Brooklyn Botanic Garden

El jardín botánico de Brooklyn es uno de los reclamos del barrio. Y la primavera, uno de los mejores momentos para visitarlo.

Así que, vamos para dentro.

Nada más entrar encontramos el espacio dedicado a los niños donde, supervisados por monitores voluntarios, experimentan distintas tareas hortícolas.

Unos metros más delante hay unos invernaderos que recrean distintos ecosistemas.

Cálido...

Tropical...

O desierto...

Antes de salir de esta zona hay un pequeño pabellón dedicado a los bonsais.

Uno de ellos, el más histórico, lo es a título póstumo. Con varios centenares de años a sus espaldas y original de Japón, se apagó en la década de los 70 al poco de ser trasladado a este su nuevo emplazamiento.

Pero se conserva su flamígero tronco a modo de homenaje.

Prosiguiendo unos metros encontramos un gran espacio con estanques, balconadas y sobre todo flores, muchas flores.

Flores que bastantes fotografían y algunos pocos pintan.

Pero la verdadera joya para mí es el rincón de inspiración japonesa que alberga este jardín botánico, con una laguna, un mirador y unas pequeñas colinas.

Los aires del Extremo Oriente también están presentes en la última parada, la explanada de cerezos, con más de 40 especies diferentes, y una de las más llamativas de este tipo que se pueden encontrar fuera de Japón (aunque si aquí supieran de la belleza del Valle del Jerte, esto les sabría a poco).

La pena es que los cerezos están ya un poco mustios...

Su máxima eclosión fue hace una semana, en el festival "Sakura Matsuri", donde muchos de los que se acercan hasta aquí van vestidos con ropas de inspiración japonesa (con especial concurrencia de jóvenes de estética manga y otros que directamente profesan la espantajería por las pintas que llevan).

Aunque, ya sea con cerezos en plena ebullición o sin ellos, merece la pena dedicar un rato a visitar este lugar (y más si es un sábado por la mañana, que hasta el mediodía es gratis para todo el mundo y no está la cosa para rascarse mucho el bolsillo).