viernes, 29 de abril de 2011

Easter Week

Tenía pendiente hacer una breve mención a lo que fue la Semana Santa (o Easter Week, como aquí la conocen), antes de que se aleje mucho más en el calendario.

No es que me diera tiempo a mucho, pero sí por ejemplo a ver que la iglesia de San Agustín (St. Agustine Church, en el cercano vecindario de Park Slope, ya hablaré de esta zona otro día) registraba un lleno en la misa de mediodía del Domingo de Pascua, con una multicultural feligresía, muchos de ellos luciendo sus mejores galas.

O también, que es algo muy americano decorar externamente tu casa aprovechando la temática del año que proceda en cada momento.


En cuanto a la gastronomía, ni rastro de torrijas o monas de Pascua. Si aquí hay algo típico, son los llamados "peeps".

Básicamente son un dulce que hace las delicias de los más pequeños (y algunos mayores) en esas fechas. Con la misma fórmula que las golosinas conocidas como nubes, pero en este caso con llamativos colores y forma de animal, principalmente de conejo.

Aunque costó encontrarlos, al final dimos con una muestra.



Personalmente, donde estén las torrijas...

Revoluciones

La primera exposición del Instituto Cervantes de Nueva York a cuya inauguración he tenido la oportunidad de asistir reúne fotografías de reporteros que han sido testigos en los últimos meses de las revoluciones acontecidas en países árabes.


El Cervantes alberga la muestra pero convocaba también "The New York Times", por lo que la presencia de público era numerosa.

Dentro de la sala...



Y también fuera, donde eran muchos los que disfrutaban del coqueto jardín con el que cuenta el edificio.


Además, cortesía de la casa, se servían vino español y aperitivos. Hubo que estar rápido, pero hasta tuve ocasión de probar tortilla. Española, por supuesto.

miércoles, 27 de abril de 2011

Barack

Cuando el conductor del autobús avisó que tenía que desviarse de su ruta habitual, en medio de un fenomenal atasco, nada parecía fuera de lo normal. Pero el dispositivo montado unos metros más adelante me animó a bajar y vislumbrar más de cerca lo que ocurría.

Fue entonces cuando recordé que ya me habían advertido de algo notorio: hoy había visita presidencial en la Gran Manzana. Efectivamente. Lo que tenía delante mío era toda la parafernalia de la seguridad y séquito que rodea a Barack Obama.



La escena transcurría en la Quinta Avenida, a la altura de la calle 77, frente al borde este de Central Park.

La presencia de policías resultaba abrumadora, no sólo en este punto, sino a lo largo de varias calles más en sentido sur que se encontraban valladas a ambos lados, como comprobé unos minutos después.


Habían cortado el tráfico y el paso de peatones en más de dos manzanas, con el consiguiente cabreo de los vecinos que vivían en los bloques que quedaban justo en medio, que no podían acceder a sus viviendas e intentaban sin éxito convencer a los agentes para que les dejaran pasar.


Y no, a pesar de estar más cerca que nunca, al final no vi a Obama. La espera se antojaba demasiado larga y no podía quedarme mucho tiempo más.

Así que, presidente, habrá que revisar de nuevo nuestras agendas para volver a coincidir otro día.

O le devuelvo visita yo a Washington, que tampoco me importa.

martes, 26 de abril de 2011

Lefferts Avenue

Como hay que empezar por alguna parte, mejor hacerlo por lo más cercano. Esto es, la calle de Brooklyn donde vivo.

Y no es una calle cualquiera. Da nombre a esta zona, que se conoce como Prospect Lefferts Gardens y que, como suele ocurrir con todo por aquí, tiene orígenes holandeses.

En el tramo que me pilla más cerca llama la atención la hilera de casas unifamiliares en una de las aceras, que dan un aspecto residencial y bastante agradable a la zona.


Aunque la parcela de jardín que tienen en la parte frontal es bastante pequeña, sus propietarios se afanan por mantenerla en impecable estado de revista.

Un gusto que parece compartir la autoridad competente en parques y jardines, que deja algunos árboles tan lucidos como este ejemplar.


Pero tampoco hay que ir muy lejos para encontrar la típica construcción neoyorquina, con escalera de incendio a la vista incluida.


Y si elevamos el campo de visión, aparece un megabloque de apartamentos de protección oficial que monopoliza el horizonte.


Pero lo importante queda a ras de suelo y en su conjunto la verdad es que esta calle tiene mucho encanto.

Y si a ello se le suma la primavera, con sus mañanas soleadas, caminar por ella puede ser una gran manera de comenzar el día.