miércoles, 27 de abril de 2011

Barack

Cuando el conductor del autobús avisó que tenía que desviarse de su ruta habitual, en medio de un fenomenal atasco, nada parecía fuera de lo normal. Pero el dispositivo montado unos metros más adelante me animó a bajar y vislumbrar más de cerca lo que ocurría.

Fue entonces cuando recordé que ya me habían advertido de algo notorio: hoy había visita presidencial en la Gran Manzana. Efectivamente. Lo que tenía delante mío era toda la parafernalia de la seguridad y séquito que rodea a Barack Obama.



La escena transcurría en la Quinta Avenida, a la altura de la calle 77, frente al borde este de Central Park.

La presencia de policías resultaba abrumadora, no sólo en este punto, sino a lo largo de varias calles más en sentido sur que se encontraban valladas a ambos lados, como comprobé unos minutos después.


Habían cortado el tráfico y el paso de peatones en más de dos manzanas, con el consiguiente cabreo de los vecinos que vivían en los bloques que quedaban justo en medio, que no podían acceder a sus viviendas e intentaban sin éxito convencer a los agentes para que les dejaran pasar.


Y no, a pesar de estar más cerca que nunca, al final no vi a Obama. La espera se antojaba demasiado larga y no podía quedarme mucho tiempo más.

Así que, presidente, habrá que revisar de nuevo nuestras agendas para volver a coincidir otro día.

O le devuelvo visita yo a Washington, que tampoco me importa.

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